En el fondo, sabía que si fuera yo quien conducía, me hubiera desviado hacia allá, aunque no habría bajado. La soledad me reconforta y me tortura. Suelo pensar que malgasto mi juventud, pero en realidad me soy fiel. No me gusta esta diversión superficial y provocada, no hay felicidad real. Todo está controlado por nosotros mismos o por los demás. Los secretos son vox populi y los detalles, primeros planos. Hay falsos pijos y pijos alternativos. Ignorantes con títulos y títulos escondidos. Tantas categorías... Llevamos etiqueta. Y yo en mi sueño me la quito y vivo en los ochenta de mis padres, los sesenta de mis admirados abuelos o incluso en los felices veinte de Nueva York.
Oh, ¡mierda!

Vuelta a empezar.
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