lunes, 3 de junio de 2019

Cambio de piel


Recuerdo aquella tarde en el paraíso,
estaba ahí vestido con unas gafas de sol
y en su mano, una ramita de hierbabuena.
Sabía que ése sería uno de los recuerdos
que me acompañaría durante mi vida.

Rozando lo poético
y sobrepasando lo simbólico,
le miraba cantar y le oía sonreír.
Del caos nace su belleza,
y de sus negros ojos
mi ruptura con el mundo.

No sé si fue esa noche en la que empezó todo,
ni si él fue la llave para abrir una puerta
que estaba oculta por las tinieblas de la rutina,
lo que sí sé es que al evaporarse,
como lo hacían nuestras gotas de sudor
con el vaivén de las cortinas,
derramó parte de su esencia en mi piel.

Yo, que con los meses había perdido la esperanza
de volvernos a encontrar,
me sorprendo sintiéndole
en cada uno de mis cambios de piel,
como si fuese la tinta de un tatuaje
que nunca acaba de secar.