jueves, 25 de octubre de 2018
Sin contrincantes
Me desordenas. Me revuelves. Descolocas.
Explotas dentro de mí cientos de canicas
que chocan, se rompen y fusionan.
Te observo con la mente en negro
y letras blancas.
Me apagas. Me cuestiono. Revivo.
Escapas de los bombardeos buscando
mi lucidez, que se tambalea.
Me vacías. Me lleno. Te siento.
martes, 16 de octubre de 2018
Y, de repente, tú
Y, de repente, Granada.
Y, de repente, tú.
Tú abriendo y entornando puertas
desde un sofá con vistas al
Albayzin.
Tú y esa sonrisa lisérgica mezclando
realidades
que amurallas con metal y fuego.
Estereotipado hasta la extenuación,
y con algo de acierto en ello,
eres morador de tus cadenas
y de los sueños que una vez tuviste.
Y, de repente, te quedas con todas
mis palabras
sumergiéndome en la paz que a ti te
falta.
Solo ahí comprendo que tú nunca
entregarías Granada.
Dices que te haces mayor,
y yo solo veo tus ojos de vidrio
marrón
al imaginarte con 30 años más,
ojos que callan y hablan,
y te conectan con ese mundo
que tanto odias y tanto amas,
en el que la fruta cae de los
árboles sin que nadie la recoja
y los rebaños caminan por Gran Vía
detrás de una estela invisible.
Y, de repente, tú,
que escapas y te enfrentas,
te dañas y te rompes,
te coses y tatúas,
te dueles y cobijas.
Y, de repente, tú,
desnudo en la colonia de la
rebeldía,
parte de esa naturaleza relegada a
las postales,
perfumado de romero y hierbabuena,
con los pies bautizados en tierra.
Y, de repente, tú,
en el Paseo de los Tristes,
con la Alhambra como telón de un
fondo iluminado
para quien quiera apreciarlo.
Y, de repente, tú,
que ya nunca serás fugaz.
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