miércoles, 14 de abril de 2010

Como una veleta


Pensaba que había dejado de afectarle. O quizá era psicológico o está loca perdida. A veces se para a pensar que efectivamente está loca. No son muy normales las cosas que se le pasan por la cabeza. Ni la vida que lleva. Le dan caprichos que desaparecen a las dos semanas, que nunca llegan a nada.

Y cuando recuerda todo lo que había pasado... Ahora entiende porqué la gente dice que es mejor no saberlo todo de las personas. Si supiéramos los pensamientos de todos los que nos rodean viviríamos amargados. Completamente amargados. Y resulta que Triana tiene la posibilidad de conocer cómo es él con los demás, y ¿a quién pretende engañar? Con las demás también. Está loca.

¿Por qué no puede ser una chica normal pasando de historias? ¿Por qué no consigue lo que quiere en ese aspecto? Y no es que sea alguien dependiente o que necesite tener una persona junto a ella noche y día. Se agobiaría. Lo sabe.
No quiere. Pero lo quiere. Otra vez él.

Y no sabe porqué. Sinceramente cree que esta obsesionada o que, como no tiene otra persona en la que pensar, en ese sentido, piensa en él. Y hacía mucho tiempo que no lo hacía. Últimamente hablan normal, sin esas tonterías de antes, sin esas tiranteces. Porque ya no hay nada, bueno, en realidad nunca lo hubo. Lo que quiero decir es que ya estaba desengañada y a no le volvería ha hacer más daño. Ni él ni nadie. Sabía de buena tinta que andaba con unas y con otras, pero no le afectaba. No le afecta. Pero ahora aparece Siomara. Mejor dicho reaparece.

Contra algo así no se puede luchar. Su primer amor. Además no quiere luchar. No quiere nada con él ni con nadie. Pero le fastidia. Se da cuenta de que en estas líneas hay muchas contradicciones, mucho “pero”... mucho “no”... mucho “quiero”...

La manera en que la trata, la manera en la que le habla, el cuidado con el que escoge las palabras no se lo había visto antes en nadie. Esas cosas si que duelen. A ella ‘no la trataba mal’ y lo entrecomilla, porque indudablemente es una historia aparte. Probablemente ella haya sido la chica a la que con más cariño ha tratado después de Siomara. Después de Siomara. Primero siempre irá Siomara.

Sin embargo, Triana, sinceramente no está celosa. No se siente resentida, no tiene ni tal necesidad ni tal derecho. Unicamente sintió en aquel momento la necesidad de contarlo, de decirlo aunque nadie la comprenda. Quizá esté loca.

Mientras tanto Siomara juega con esa ventaja. Parte de la confianza y avanza, dándole de beber un poco de esa medicina que él reparte sin miramientos.

sábado, 27 de marzo de 2010

Una etapa más





Hoy no me he dormido en el autobús. Algo que pasaría de inadvertido para cualquier persona, algo puede que normal. Pero en mí no lo es. Yo suelo aprovechar cada ratito libre para dormir. Y aunque llevaba "A Sangre Fría" en la mochila, tampoco he leído. Iba con el Mp4 y me aburría. No dormía, no leía, no escuchaba.

Bueno escuchar exactamente no, pero oir... ¡vaya que si oía! ¿No os ha pasado nunca que estáis en un sitio público y no cesáis de oir la conversación de las personas que se encuentran cerca de vosotros? Pues a mí eso me ha ocurrido esta mañana.

Eran tres o cuatro niñas de edad algo inferior a la mía. Probablemente éste es su primer año de carrera. Si. Seguramente. Porque los fragmentos de su diálogo que he alcanzado a percibir hablaban de la familia, de la distancia, de cinco años fuera de casa... y en general para los que estudiamos en la universidad (por lo de los cinco añazos, digo), y particularmente los que estamos lejos de casa, sabemos por donde van los tiros.

Me ha llamado la atención lo que una de ellas decía: "allí es como si no te conociera nadie, como si estuvieras sola, como si no fueras tú" ; a lo que otra añadía, apoyando a su colega, "lo peor esque por lo menos aquí discutes con tu mejor amiga, pero allí... allí no tienes con quien reñir, con quien salir..."

Esa conversación me ha catapultado unos doce meses atrás, quizá alguno más. Mi amiga, y desde hace más de un año, compañera; era también aquel día en ese autobús mi compañera de asiento. Y veníamos a razonar de forma parecida a las chicas anteriormente citadas. Ahora es distinto. Ya no somos de ningún sitio. No pertenecemos a nada. Ya no es "aquí" o "allí". Tampoco estamos solas: es una nueva etapa. Como la de cerrar el entrañable fotolog y abrir este frío blog. Poco a poco le daré calor.

Volviendo al tema, por lo que he podido comprobar durante mi viaje, la reacción de nuestras novel viajeras es normal. Es natural sentirse sola lejos de tu tierra, apartada de tu gente. Lo que no significa que hayas dejado de formar parte de sus vidas ni que seas más introvertida o insociable. Cada persona tiene un grado de adaptación, de asimilación de las circunstancias que le rodean. Y a la mayoría, tales situaciones, nos causan efectos parecidos. La diferencia esque unos espabilan antes que otros. Se acostumbrarán. Al fin y al cabo, como decía Clint Eastwood en "El sargento de hierro", todo se reduce a "improvisar, adaptarse y vencer".

Que conste que no soy una enterada, pero hoy no me apetecía hacer nada durante el viaje y bueno... ¡¿de dónde hubiera sacado la entrada?! Una cosa que si que he hecho es mirar por la ventana y deleitarme con la belleza de los almendros manchegos en flor.