domingo, 18 de noviembre de 2018

Ni siquiera estaba yo


Un quiero y no puedo, o quizá,
un puedo y no quiero,
guiaban tus pasos disfrazados de serenidad
por un camino que ni te molestaste en conocer.
Andabas en línea recta sin prestar atención
a las curvas naturales del sendero,
pisoteabas las flores y embarrabas el verde.
Solo querías llegar al final
antes de que se te acabase el tiempo.

En apenas unas páginas quedó encerrado
aquel dolor desbocado que galopaba sin control
por un desierto de tierra,
en el que el único habitante eras tú.
Ni siquiera estaba yo.

No fuimos conscientes del agujero negro
en el que caí y al que tú te asomaste,
aún no sé para qué.

Meses de podrida oscuridad
que ahogaban y encogían,
que destruían mi cabeza y
trituraban mi corazón.

Todavía me resiento de los golpes
que tu sonrisa me daba y
de la culpa con la que me atabas.
Todavía me hago pequeña
si recuerdo aquel invierno.