domingo, 18 de febrero de 2018

El primer domingo del año


Repique de campanas que dan la bienvenida a las seis de la tarde.
Frío ambiente el del primer domingo del año, al que la luz,
siempre zalamera, empezaba a convencer para instalarse con él.
La plaza de aquel pueblo fue testigo del revolotear de unas mariposas
que volaban dentro de dos cuerpos que ya se estaban sintiendo.

Le alertaron las campanas.
Alzó la vista y allí estaba él.
Tan diferente a todo lo que les rodeaba,
parecía sacado de otra realidad solo para ella.
Él era el enlace con otra dimensión, la llave que abría una puerta que si ella no empujaba nunca cedería.

Ese domingo a las seis de la tarde se congeló la razón,
pero no las mariposas, que se cobijaban dentro, de donde siempre han bebido.

miércoles, 7 de febrero de 2018

La orilla de tu ventana

Me gustaría que supieras leerte en mí,
que reconocieras las palabras que llevan tu nombre,
y los silencios que párrafo a párrafo te guardo.
Que a veces te mezclo con otros...
y su oscuridad no consigue tapar tu luz.
Luz que se convierte en el más potente antifaz,
y que nunca me dejará ver los límites del mar.

Oscuridad en la blanca habitación de un piso sin amueblar,
que duele al recordar.
Un pasillo tan corto y estrecho que no me dejaba correr,
tal vez si lo hubiera podido hacer,
me hubiera dado cuenta de que no tenía a donde ir,
que no veía los límites del mar porque no los tiene;
que el cielo es azul y violeta, naranja y gris,
y que a tu balcón solo llegaban nubes.

Conseguí saltar del pasillo al salón,
del salón al balcón y ahora que vuelvo a palpar la herida,
me veo en tu cama, que nunca fue nuestra,
y reconozco las nubes y el pasillo dentro de mí.

Nunca me fui de la orilla de aquella ventana,
que daba a un verde y encantado jardín.

lunes, 5 de febrero de 2018

Luna de Sangre

En un primer momento, inducida por la sordera selectiva de mis ganas,
le dije que en los ecos de su voz solo resonaban tintes andaluces,
aunque lo cierto era que su melodía,
de cuna quijotesca, era castiza y gitana.



Fuente de experiencias de la que me vi empujada a beber sin
preguntarme siquiera si tenía sed.
Del embrujo de sus ojos también quisieron formar parte
unas lenguas entrelazadas que perdían la fuerza al separarse.
Nuestras bocas formaron la mansión que nunca pedimos y
al amparo de una Luna de Sangre, el mismo día que nacimos,
conocimos la fecha de nuestra muerte.

Nuestra vida giró en torno a cuatro días,
estancia que compartimos con la mariposa azul,
aquella que nos recorría las entrañas antes de las seis.
Desfile de prudencia que explosionaba con tus caricias.
Ternura que intuía y tú destapaste de cuajo,
desnudando mi verdad botón a botón,
desaflojando unos cordones que jamás volvería a apretar.

domingo, 28 de enero de 2018

El ciclo de la vida


Viajar a lomos de su verso
hasta el límite de pentagramas aguamarina,
dibujando colinas que se derraman en valles amplios y
solitarios al abrigo del sol de enero.

Volar bajo los cielos nacarados del triste febrero
para florecer en marzo,
saltándonos de la mano abril y mayo.

Nadando en junio, sumergiéndonos en julio y
secando alma y cuerpo en agosto. Todavía con escamas y sin zapatos camino por los anillos del círculo de septiembre, que sin piedad nos arranca la sal de unos cuerpos que,
desprotegidos, llegan a octubre y su manto amarillo.

Belleza de otoño acomplejado de Carnaval,
disfrazando calles y emociones en pleno noviembre.
Desnudos nos volvemos a encontrar en diciembre,
grises bajo árboles sin sombra,
rodeados de un intermitente caos que siempre nos gana.

lunes, 22 de enero de 2018

Silvestre corazón


A las personas libres hay que quererlas libres, entenderlas y sentirlas libres.
Libertad compartida durante toda una vida o en unos días tornados eternos.
Libertad que libera y desafloja cadenas.
Unas cadenas con las que nacemos y,
que con el paso del tiempo ganan centímetros;
en otros corazones, aprietan hasta dejar marca.

Los corazones que poco a poco sienten ceder esas cadenas van ensanchándose,
aunque a veces, sin la sujeción de antaño, se sienten en un limbo agitado, desprotegidos. Los golpes son secos y los saltos inalcanzables.

Silvestre y educado corazón que elige rumbo,
enriqueciendo en su camino el de los demás,
liberando eslabón a eslabón cadenas que oprimen los latidos que faltan por dar.

Corazones acompasados, almas que mariposean.

sábado, 20 de enero de 2018

"Gracias por tu guía"



Sentir la adrenalina tras un concierto sin ser el artista que lo ofrece,
emocionarte con aquellos momentos de lucidez de Manuel sin conocerle,
entrar en otra dimensión sin despegar los pies del suelo,
y todo, en un par de horas que parecen fotogramas fugaces.

"El poder de la música", dicen, aunque el verdadero poder es el de una voz rasgada,
el de una mano que se cierne y agarra la banqueta en la que toca el piano,
el poder de generar sentimiento entre seres y conectar sus almas.


De su alma salen ramificaciones. Es sensual, melancólica, potente e inmensa.
Una fuerza desgarradora y una emoción desbordantemente pura recorren sus venas.
Su cuerpo, aunque no lo crea, habla y hace hablar al de los demás.

De extrema sensibilidad son sus letras y melodías, que a modo de diario,
recuerdo a recuerdo: serenan, agitan y paran.
Te llevan a Cádiz, a Pantín y por qué no, a Albacete,
donde sin darte cuenta, el corazón se desboca.
Os regaláis dos abrazos. ¿Puede existir mejor regalo que un abrazo?

A personas así hay que agradecerles su música, su pasión,
y sobre todo, su magia, que nace y crea sentimientos.

Gracias Andrés Suárez, 'Vuelve' pronto a casa.

viernes, 12 de enero de 2018

Ruido y silencio





Escribir para no olvidar su cara, sus ojos brillantes,
su bonita sonrisa y sus piernas cruzadas en aquel hotel mientras se leía en mis letras.
Aquella noche en la que, mientras él dormía, no dejé de mirar el reloj,
arañando minutos que impidieran los desvíos en nuestros caminos.

Qué bien le quedaban esas sábanas blancas que tapaban, a retales, su cuerpo tatuado,
dejando ver en su pecho una enorme máscara;
en sus costados, la música y lo pirata de la vida.
Las raíces bajaban y subían por su pierna enfrascada de mujer.
En su pierna valiente, rostros, figuras y sentimientos salieron de sus propias manos.
En la espalda, su favorito, un boceto grabado a sangre que siempre la recordará,
devolviéndole aquel beso de despedida que bien vale los besos de toda una vida.
En sus brazos, mi perdición: desde el hombro a la muñeca, una manga tejida con amor.
Círculos, lagartos, ojos y fuerza. Negrura en las colinas, verdoso en las laderas.
Corchea tachada, ruido y silencio en su piel.

Ruido y silencio en su interior.
Cansancio y fatiga de una década nómada sin la que no sabría vivir.
Libertad, respeto y cultura campan sin pudor por sus marcadas venas,
prominentes y serenas.
Ansias de saber en sus redondos ojos color marrón vidrioso,
que se empañan al rememorar sus 25 años,
que miran mi rostro con curiosidad y mis ojos con ganas de deshojarlos y capturarlos.
Igual que la instantánea que tomó su mente de la chica de los pies pequeños tendida sobre la cama: encuadró con sus manos curtidas de música y tierra y pulsó el botón.

Cuatro días que acabaron en la puerta de un bar, no un bar cualquiera,
sino el "de los mejores", que no el mejor;
con la suavidad de unos labios que se cernían sobre los de ella,
que todavía no sabía lo que había pasado y que no quiso girarse para verle marchar.
En su penúltima imagen: su sonrisa, sus vivos y felices ojos, una camisa negra bajo una chaqueta naranja,  una sudadera gris con cremallera y su cazadora de cuello desgastado y tachuelas plateadas. Cinturón, pantalón y botas de montañero cubren su delicadeza.

- "Cuídate", le dijo.
- "Por favor, escribe", contestó.

Y así lo hago. Así me lo tatúo.