miércoles, 23 de mayo de 2018

Olor a café


Café negro en un vaso de cristal y un cigarrillo en tus manos, tabaco negro también.
Una tarde de verano asalta mi mente y llena mis ojos de lágrimas.
Te sentaste en tu silla, en tu sitio, y llevabas puesta aquella camisa de
tonos blancos desgastados, el paquete azul de tabaco se trasparentaba
en el bolsillo de la camisa, que contrastaba con tu piel morena.

Las persianas estaban bajadas por el calor y la casa mantenía el frescor de las casas de antes, de los hogares de los abuelos, que parecen protegerte hasta del agosto más seco. Cantabas, como siempre, y las uñas de tus dedos hacían el mejor de los compases al vibrar contra la mesa de madera. Y yo desde el sofá te miraba y tú me sonreías.

Hoy, al estrenar la cafetera, te he llorado desde muy adentro.
El olor a café inunda toda la casa, pero tu ya no estás.

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