lunes, 5 de febrero de 2018

Luna de Sangre

En un primer momento, inducida por la sordera selectiva de mis ganas,
le dije que en los ecos de su voz solo resonaban tintes andaluces,
aunque lo cierto era que su melodía,
de cuna quijotesca, era castiza y gitana.



Fuente de experiencias de la que me vi empujada a beber sin
preguntarme siquiera si tenía sed.
Del embrujo de sus ojos también quisieron formar parte
unas lenguas entrelazadas que perdían la fuerza al separarse.
Nuestras bocas formaron la mansión que nunca pedimos y
al amparo de una Luna de Sangre, el mismo día que nacimos,
conocimos la fecha de nuestra muerte.

Nuestra vida giró en torno a cuatro días,
estancia que compartimos con la mariposa azul,
aquella que nos recorría las entrañas antes de las seis.
Desfile de prudencia que explosionaba con tus caricias.
Ternura que intuía y tú destapaste de cuajo,
desnudando mi verdad botón a botón,
desaflojando unos cordones que jamás volvería a apretar.

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