sábado, 29 de diciembre de 2018

La culpa


Culpa. Culpables. Culpabilidad.
Tuya. Nosotros. Mía.
Que te frena,
os sabe a excusa,
esconde mi cobardía.

Culpable por hacer,
culpable por no haber hecho,
culpable por lo malo,
y también,
culpable por lo bueno.

Entre latigazo y latigazo,
una sonrisa,
que no dura demasiado,
la herida se abre,
y te recuerda
que sigues siendo culpable.


domingo, 23 de diciembre de 2018

Demasiado tarde


Quizá un día salgas y nunca más vuelvas a casa,
quizá, un día, unas pruebas médicas te cambien la vida.
Puede que entonces aflore lo que realmente es importante
para tu ser, y ya sea demasiado tarde.

Demasiado tarde para escapar de una vorágine aplastante,
que derrota y anula las emociones más puras,
que pone un cristal entre tu cuerpo y la Luna llena,
que aísla tu mente del color y distorsiona las horas.



Y es demasiado tarde porque estás bloqueada,
y, un miedo, que ni si quiera sabes de donde procede,
te ata. Una vez más, abuela, llevas razón:
"El miedo es libre y cada uno tiene el suyo".
Miedo y culpabilidad,
responsabilidad y ganas de llorar.

El pulso acelerado, tu cuerpo enfermando
y tu mente marchitándose
entre convencionalismos y discursos vacíos.
Sigues dejándote matar en una guerra
que no te pertenece,
porque tú nunca fuiste de guerras.
No hay nada más podrido que una guerra.


domingo, 18 de noviembre de 2018

Ni siquiera estaba yo


Un quiero y no puedo, o quizá,
un puedo y no quiero,
guiaban tus pasos disfrazados de serenidad
por un camino que ni te molestaste en conocer.
Andabas en línea recta sin prestar atención
a las curvas naturales del sendero,
pisoteabas las flores y embarrabas el verde.
Solo querías llegar al final
antes de que se te acabase el tiempo.

En apenas unas páginas quedó encerrado
aquel dolor desbocado que galopaba sin control
por un desierto de tierra,
en el que el único habitante eras tú.
Ni siquiera estaba yo.

No fuimos conscientes del agujero negro
en el que caí y al que tú te asomaste,
aún no sé para qué.

Meses de podrida oscuridad
que ahogaban y encogían,
que destruían mi cabeza y
trituraban mi corazón.

Todavía me resiento de los golpes
que tu sonrisa me daba y
de la culpa con la que me atabas.
Todavía me hago pequeña
si recuerdo aquel invierno.


jueves, 25 de octubre de 2018

Sin contrincantes


Me desordenas. Me revuelves. Descolocas.
Explotas dentro de mí cientos de canicas
que chocan, se rompen y fusionan.

Te observo con la mente en negro
y letras blancas.
Me apagas. Me cuestiono. Revivo.

Escapas de los bombardeos buscando
mi lucidez, que se tambalea.
Me vacías. Me lleno. Te siento.

martes, 16 de octubre de 2018

Y, de repente, tú


Y, de repente, Granada.
Y, de repente, tú.
Tú abriendo y entornando puertas
desde un sofá con vistas al Albayzin.

Tú y esa sonrisa lisérgica mezclando realidades
que amurallas con metal y fuego.
Estereotipado hasta la extenuación,
y con algo de acierto en ello,
eres morador de tus cadenas
y de los sueños que una vez tuviste.

Y, de repente, te quedas con todas mis palabras
sumergiéndome en la paz que a ti te falta.
Solo ahí comprendo que tú nunca entregarías Granada.

Dices que te haces mayor, 
y yo solo veo tus ojos de vidrio marrón 
al imaginarte con 30 años más,
ojos que callan y hablan,
y te conectan con ese mundo
que tanto odias y tanto amas,
en el que la fruta cae de los árboles sin que nadie la recoja
y los rebaños caminan por Gran Vía detrás de una estela invisible.

Y, de repente, tú,
que escapas y te enfrentas,
te dañas y te rompes,
te coses y tatúas,
te dueles y cobijas.

Y, de repente, tú,
desnudo en la colonia de la rebeldía,
parte de esa naturaleza relegada a las postales,
perfumado de romero y hierbabuena,
con los pies bautizados en tierra.

Y, de repente, tú,
en el Paseo de los Tristes,
con la Alhambra como telón de un fondo iluminado 
para quien quiera apreciarlo.

Y, de repente, tú,
que ya nunca serás fugaz.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Él


Él es un artista de la seducción,
un enamorado de la vida,
que disfruta de cada atardecer como si fuera el primero,
y se entrega como si cada noche fuera la última.

Él, que da las gracias por cada día en La Tierra,
se conforma con lo más grande:
poder seguir haciéndolo.

Seguir corriendo, riendo y bailando
desde Mauritania a Barbados,
pasando por La Mancha,
y quedando por siempre atrapado en Gadir.















Él, a quien La Caleta recordará cada 26 de abril,
cantándole a las once de la mañana,
pensaba que nunca sería de nadie,
hasta que un tres de julio su corazón empezó a latir
al ritmo que aprendía a hacerlo el de Ella.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Aquel verano


El último día de aquel verano terminé de leer el libro de Marta.
El libro de las mil historias y sentimientos que viajó conmigo.
El verano de Cádiz.
El verano de la nada al todo y del todo a la nada,
de lo efímero de la vida,
de los cuerpos sin vida y de la vida a raudales.

El verano en el que descubrí que un atardecer puede hacerte sonreír,
y el eco de tus propios pasos, derrumbarte.
El verano de la libertad reflejada en las aguas de la cala del amor,
de espaldas descubiertas y corazones llenos.

El verano del presente y no más futuros
que empezó esbozando la negrura de su mirada
y que acabó tallado en los ojos de fondo tricolor
en los que se recuerda una noche de agosto,
resguardado bajo las sábanas de la cubierta de un barco pirata.


El verano que tuve que esperar al último día
para conocer un cielo radiante de malvas y añiles luciendo sus mejores galas.

sábado, 22 de septiembre de 2018

.


Es raro,
pero hay gente 
que aprende a leerte
sin mucha letra.




domingo, 26 de agosto de 2018

La sal de Gadir

La Caleta. Agosto del 18

Cádiz es un camino de luz
que arropa al sol cuando se esconde.
Cádiz es dar la bienvenida
al atardecer con un aplauso;
es la cara de quien, al doblar una esquina,
ve por primera vez su grandiosa Catedral.

Cádiz es agua y laberintos,
que lejos de perderte,
te encuentran con el mundo y su pasado.
Ciudad milenaria, donde converge y fluye la vida.
Ciudad que enriquece su espíritu
con los jirones de alma que nos dejamos en sus orillas.

lunes, 16 de julio de 2018

A pocos centímetros de la piel


Gargantas que se duelen al cantar,
cuerpos y miradas que estremecen.

Vaciarse hasta quedar desnudo 
frente al que bebe del dolor que, 
nota a nota, te sacudes.

Desgarro poético y elástico
que alimenta corazones heridos 
de una desazón inexplicable.

La voz, 
cuando sale del alma, 
no es voz.

Una voz rota,
que se quiebra,
que te llora.

El cuerpo y la pureza,
la melodía y el abismo,
el desgarro de la música,
y la suerte de sentir.

lunes, 18 de junio de 2018

Tan lejos...

Nos turnábamos tu mano para que no te sintieras solo,
para no sentirnos solos.
Hombre sencillo de los de antes,
que marcó mi carácter y destino.
Gran pérdida que ensombreció parte de mi alma,
que antaño brillaba solo con estar a su lado.


Era una de esas conexiones inexplicables,
que al recordarlas hace que duela el corazón,
y enciende una herida que nunca cicatrizará.

Quiero pensar que sigues conmigo, que estás en mí.
Y es tu sangre,
a modo de lazos que aprietan,
la que acelera mi corazón cuando te lloro
porque no sabe cómo abrazarme desde tan lejos.

martes, 12 de junio de 2018

Un río en su cuerpo


Con delicadeza toma mi pie,
despacio empieza a deslazar los cordones de mis zapatos,
a desaflojar mis tensiones.
No recuerdo si alguien me había quitado antes los zapatos,
y si lo hicieron, logró que lo olvidara.

Lentamente desencaja el material de mi cuerpo,
con suavidad deja el calzado en el suelo mientras me mira.
- Desde la primera vez que te vi, quise quitártelos-, dijo.

La camisa, botón a botón. No quedó ni uno.
Su camisa también caía,
se abría a mi paso como la desembocadura de un río
que muestra lo que las aguas en calma no dejan ver.

Ya, piel con piel, el calor.
Calor de dos cuerpos desconocidos que se buscaban y se sonreían,
de unos dientes que mordían y unas manos que latían.

El sudor ya se secaba en su frente, su pecho ya era mi abrigo,
las respiraciones acompasadas daban paso a una noche de caricias
y besos inconscientes que abrieron la puerta de un mundo nuevo,
para él, viejo conocido.

domingo, 27 de mayo de 2018



"La vida es un accidente", me dijo.



miércoles, 23 de mayo de 2018

Olor a café


Café negro en un vaso de cristal y un cigarrillo en tus manos, tabaco negro también.
Una tarde de verano asalta mi mente y llena mis ojos de lágrimas.
Te sentaste en tu silla, en tu sitio, y llevabas puesta aquella camisa de
tonos blancos desgastados, el paquete azul de tabaco se trasparentaba
en el bolsillo de la camisa, que contrastaba con tu piel morena.

Las persianas estaban bajadas por el calor y la casa mantenía el frescor de las casas de antes, de los hogares de los abuelos, que parecen protegerte hasta del agosto más seco. Cantabas, como siempre, y las uñas de tus dedos hacían el mejor de los compases al vibrar contra la mesa de madera. Y yo desde el sofá te miraba y tú me sonreías.

Hoy, al estrenar la cafetera, te he llorado desde muy adentro.
El olor a café inunda toda la casa, pero tu ya no estás.

domingo, 20 de mayo de 2018

Antítesis

Hay quien pide que le dibujen un cordero,
y quien quemaría todos los corderos del mundo.
Fuego que relampaguea. Choque. Ratas de ciudad.

Sin miedo a caer, y a la vez protegido por su propio colchón,
deambula por cualquier rincón sin esperar nada, aunque lo busque todo.
Abre puertas que no sabe si podrá cerrar y no le importa.
Realidades que le asaltan y atormentan.
Caos que nace de sus entrañas y vomita en cada acorde.
Dimensión roja y negra que ya no distingue.
Y rebeldía resignada.
Perecedero, incluso más que la vida.

Al otro lado, un corazón encogido mira sus ojos vivos y lunáticos.
                                                                                             

     Oscuridad.




viernes, 13 de abril de 2018

Su aterrizaje en mi solar


"¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?"
La misma pregunta me hice cuando le vi entrar en aquel pub,
que pudiera ser una metáfora de la vida.
Desde entonces no ha dejado de romperme los esquemas.
Habla mucho del pasado, puede dedicar horas a regalar historias que,
si escuchas con atención, te dicen quien es.

Es tan diferente que borra líneas ni sabía que existían,
transformándolas en curvas irregulares y cambiantes que no dejan de crear.
No sé si fue un flechazo,
lo que si sé es que a día de hoy todavía sonrío al recordarlo.

Ya en la primera cita se desnudó abriendo el pecho en canal;
en el segundo encuentro, la intención se nos desvió de cintura para abajo.
En el tercero, mi cuerpo despertaba al peder el contacto con su piel.
La cuarta cita me recordó lo bien pintada que estaba su sonrisa en la cama,
convirtiéndose en entrada triunfal la llegada de su mano a la mía.

Y ahí estábamos, con más cosas en común de las que parecíamos tener,
o eso pensaban aquellos que nos miraban tras el cristal;
aunque la verdad era que lo único que compartíamos,
además de tabaco de liar,  era una ciudad en el carnet de identidad.




sábado, 7 de abril de 2018

El color de las musas


Las musas, sus visitas y el tiempo.
Es cierto que cuando llegan han de sorprenderte con papel y boli en mano,
aunque no todo el mérito es suyo.

Sobrevaloradas musas a las que imagino por colores:
una de ellas es azul, como sus ropajes;
otra de tonos lilas y cabellos despeinados.
Una de las musas se escapó de la época romana,
haciendo gala de su omnipresencia, perdurable en el tiempo.

Las musas las fabricamos y nos las crean.
La última en incorporarse al reguero de mis venas es constante y guerrera,
y le gusta hacerme compañía. A mí también que venga.
Me ayuda a exprimir recuerdos, porque por mucho que digan,
las musas no inspiran, sino que despiertan emociones escondidas bajo la piel.

miércoles, 4 de abril de 2018

Matices que apagan brillos

Una vida vacía, impregnada de rutina. Agónica rutina que, una y otra vez, 
le quemaba por dentro calcinando los espacios en los que el eco taladraba sus oídos. 

Llevaba ya tiempo intentando encontrar emociones en el desván de la desidia; 
buscando hallar novedades en lúgubres rincones, 
allí donde jamás existió absolutamente nada. 
Ella siempre supo que aquello que no había nacido, 
no moriría jamás y que no perdería su tiempo en disfraces enlutados.

Tiempo que si no perdía no valoraba; risa que si no corría peligro, no quería salvar; 
paisajes que ni había visto ni podía imaginar 
y que formaban parte de un resbaladizo corazón, 
que se sentía culpable por tenerlo todo y no ilusionarse por nada.

Solamente fue necesario cruzar una primera mirada para poder entenderla. 
Quedaba patente que su silencio formaba parte del desarrollo de aquella novela, 
el relato de su propia historia. 
El brillo de sus ojos escondía una metáfora clandestina oculta en aquel poema de amor, 
y su soledad retrataba silenciosos gritos de tristeza que resonaban en aquellos suspiros incesantes.
Suspiros de un alma atormentada, que, por más que lo intentaba, no lograba sacar a flote al corazón.




                                                                  Compartido y escrito por ambos.
                                                                                   Gracias G.,

sábado, 31 de marzo de 2018

Blanca primavera


Las sábanas blancas son blancas por él.
Nacieron para potenciar su boca
y darle color a un deslucido primer domingo de primavera.
Ellas, que le envuelven en la noche,
pueden sentir su luz mientras duerme
y alimentarse de su risa involuntaria.
Ellas, que tantos han visto pasar,
nunca vivieron celos algunos como los de verle despertar.

lunes, 26 de febrero de 2018

Sin conocernos



Hay momentos en los que te das cuenta,
de que por mucho que dos personas se quieran,
no es suficiente para compartir una vida.
Es entonces cuando comienzas a cuestionar:
¿De qué sirve el amor si no es suficiente?
¿Cómo no puede serlo? ¡Si es amor!



Es lo que te hace sonreír cuando te preguntan por él,
es no hablar de él por miedo a gafarlo,
es sentirte bien, sonreír al ver ese cuadro que sabes
que colgará en la habitación de las portadas de discos,
la que un día imaginásteis sentados en los taburetes de un bar;
es la ilusión con la que compraste los regalos de Navidad que nunca llegó a desenvolver,
es estar orgullosa de la persona con la que compartes tus días,
porque sí, fueron más de 320, como dice la canción.

Y no crees que todo eso cayera en saco roto y,
menos, que no sea suficiente para intentarlo.

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- Después de meses, al releer estas líneas, otras, 
que, hasta es pecado incluir en un mismo escrito,
asaltan su mente, recobrando la cordura:

"Todavía era demasiado joven para saber que la memoria del corazón
elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, 
y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado".

García Márquez ya se lo avisó.

domingo, 18 de febrero de 2018

El primer domingo del año


Repique de campanas que dan la bienvenida a las seis de la tarde.
Frío ambiente el del primer domingo del año, al que la luz,
siempre zalamera, empezaba a convencer para instalarse con él.
La plaza de aquel pueblo fue testigo del revolotear de unas mariposas
que volaban dentro de dos cuerpos que ya se estaban sintiendo.

Le alertaron las campanas.
Alzó la vista y allí estaba él.
Tan diferente a todo lo que les rodeaba,
parecía sacado de otra realidad solo para ella.
Él era el enlace con otra dimensión, la llave que abría una puerta que si ella no empujaba nunca cedería.

Ese domingo a las seis de la tarde se congeló la razón,
pero no las mariposas, que se cobijaban dentro, de donde siempre han bebido.

miércoles, 7 de febrero de 2018

La orilla de tu ventana

Me gustaría que supieras leerte en mí,
que reconocieras las palabras que llevan tu nombre,
y los silencios que párrafo a párrafo te guardo.
Que a veces te mezclo con otros...
y su oscuridad no consigue tapar tu luz.
Luz que se convierte en el más potente antifaz,
y que nunca me dejará ver los límites del mar.

Oscuridad en la blanca habitación de un piso sin amueblar,
que duele al recordar.
Un pasillo tan corto y estrecho que no me dejaba correr,
tal vez si lo hubiera podido hacer,
me hubiera dado cuenta de que no tenía a donde ir,
que no veía los límites del mar porque no los tiene;
que el cielo es azul y violeta, naranja y gris,
y que a tu balcón solo llegaban nubes.

Conseguí saltar del pasillo al salón,
del salón al balcón y ahora que vuelvo a palpar la herida,
me veo en tu cama, que nunca fue nuestra,
y reconozco las nubes y el pasillo dentro de mí.

Nunca me fui de la orilla de aquella ventana,
que daba a un verde y encantado jardín.

lunes, 5 de febrero de 2018

Luna de Sangre

En un primer momento, inducida por la sordera selectiva de mis ganas,
le dije que en los ecos de su voz solo resonaban tintes andaluces,
aunque lo cierto era que su melodía,
de cuna quijotesca, era castiza y gitana.



Fuente de experiencias de la que me vi empujada a beber sin
preguntarme siquiera si tenía sed.
Del embrujo de sus ojos también quisieron formar parte
unas lenguas entrelazadas que perdían la fuerza al separarse.
Nuestras bocas formaron la mansión que nunca pedimos y
al amparo de una Luna de Sangre, el mismo día que nacimos,
conocimos la fecha de nuestra muerte.

Nuestra vida giró en torno a cuatro días,
estancia que compartimos con la mariposa azul,
aquella que nos recorría las entrañas antes de las seis.
Desfile de prudencia que explosionaba con tus caricias.
Ternura que intuía y tú destapaste de cuajo,
desnudando mi verdad botón a botón,
desaflojando unos cordones que jamás volvería a apretar.

domingo, 28 de enero de 2018

El ciclo de la vida


Viajar a lomos de su verso
hasta el límite de pentagramas aguamarina,
dibujando colinas que se derraman en valles amplios y
solitarios al abrigo del sol de enero.

Volar bajo los cielos nacarados del triste febrero
para florecer en marzo,
saltándonos de la mano abril y mayo.

Nadando en junio, sumergiéndonos en julio y
secando alma y cuerpo en agosto. Todavía con escamas y sin zapatos camino por los anillos del círculo de septiembre, que sin piedad nos arranca la sal de unos cuerpos que,
desprotegidos, llegan a octubre y su manto amarillo.

Belleza de otoño acomplejado de Carnaval,
disfrazando calles y emociones en pleno noviembre.
Desnudos nos volvemos a encontrar en diciembre,
grises bajo árboles sin sombra,
rodeados de un intermitente caos que siempre nos gana.

lunes, 22 de enero de 2018

Silvestre corazón


A las personas libres hay que quererlas libres, entenderlas y sentirlas libres.
Libertad compartida durante toda una vida o en unos días tornados eternos.
Libertad que libera y desafloja cadenas.
Unas cadenas con las que nacemos y,
que con el paso del tiempo ganan centímetros;
en otros corazones, aprietan hasta dejar marca.

Los corazones que poco a poco sienten ceder esas cadenas van ensanchándose,
aunque a veces, sin la sujeción de antaño, se sienten en un limbo agitado, desprotegidos. Los golpes son secos y los saltos inalcanzables.

Silvestre y educado corazón que elige rumbo,
enriqueciendo en su camino el de los demás,
liberando eslabón a eslabón cadenas que oprimen los latidos que faltan por dar.

Corazones acompasados, almas que mariposean.

sábado, 20 de enero de 2018

"Gracias por tu guía"



Sentir la adrenalina tras un concierto sin ser el artista que lo ofrece,
emocionarte con aquellos momentos de lucidez de Manuel sin conocerle,
entrar en otra dimensión sin despegar los pies del suelo,
y todo, en un par de horas que parecen fotogramas fugaces.

"El poder de la música", dicen, aunque el verdadero poder es el de una voz rasgada,
el de una mano que se cierne y agarra la banqueta en la que toca el piano,
el poder de generar sentimiento entre seres y conectar sus almas.


De su alma salen ramificaciones. Es sensual, melancólica, potente e inmensa.
Una fuerza desgarradora y una emoción desbordantemente pura recorren sus venas.
Su cuerpo, aunque no lo crea, habla y hace hablar al de los demás.

De extrema sensibilidad son sus letras y melodías, que a modo de diario,
recuerdo a recuerdo: serenan, agitan y paran.
Te llevan a Cádiz, a Pantín y por qué no, a Albacete,
donde sin darte cuenta, el corazón se desboca.
Os regaláis dos abrazos. ¿Puede existir mejor regalo que un abrazo?

A personas así hay que agradecerles su música, su pasión,
y sobre todo, su magia, que nace y crea sentimientos.

Gracias Andrés Suárez, 'Vuelve' pronto a casa.

viernes, 12 de enero de 2018

Ruido y silencio





Escribir para no olvidar su cara, sus ojos brillantes,
su bonita sonrisa y sus piernas cruzadas en aquel hotel mientras se leía en mis letras.
Aquella noche en la que, mientras él dormía, no dejé de mirar el reloj,
arañando minutos que impidieran los desvíos en nuestros caminos.

Qué bien le quedaban esas sábanas blancas que tapaban, a retales, su cuerpo tatuado,
dejando ver en su pecho una enorme máscara;
en sus costados, la música y lo pirata de la vida.
Las raíces bajaban y subían por su pierna enfrascada de mujer.
En su pierna valiente, rostros, figuras y sentimientos salieron de sus propias manos.
En la espalda, su favorito, un boceto grabado a sangre que siempre la recordará,
devolviéndole aquel beso de despedida que bien vale los besos de toda una vida.
En sus brazos, mi perdición: desde el hombro a la muñeca, una manga tejida con amor.
Círculos, lagartos, ojos y fuerza. Negrura en las colinas, verdoso en las laderas.
Corchea tachada, ruido y silencio en su piel.

Ruido y silencio en su interior.
Cansancio y fatiga de una década nómada sin la que no sabría vivir.
Libertad, respeto y cultura campan sin pudor por sus marcadas venas,
prominentes y serenas.
Ansias de saber en sus redondos ojos color marrón vidrioso,
que se empañan al rememorar sus 25 años,
que miran mi rostro con curiosidad y mis ojos con ganas de deshojarlos y capturarlos.
Igual que la instantánea que tomó su mente de la chica de los pies pequeños tendida sobre la cama: encuadró con sus manos curtidas de música y tierra y pulsó el botón.

Cuatro días que acabaron en la puerta de un bar, no un bar cualquiera,
sino el "de los mejores", que no el mejor;
con la suavidad de unos labios que se cernían sobre los de ella,
que todavía no sabía lo que había pasado y que no quiso girarse para verle marchar.
En su penúltima imagen: su sonrisa, sus vivos y felices ojos, una camisa negra bajo una chaqueta naranja,  una sudadera gris con cremallera y su cazadora de cuello desgastado y tachuelas plateadas. Cinturón, pantalón y botas de montañero cubren su delicadeza.

- "Cuídate", le dijo.
- "Por favor, escribe", contestó.

Y así lo hago. Así me lo tatúo.

miércoles, 10 de enero de 2018

De vuelta



Aquel día de Reyes llegó a mí el mejor regalo que he tenido nunca un seis de enero.
No me hizo falta abrirlo, sentía que me haría sentir.
Cuando empecé a separar el envoltorio de su piel, lo hacía con cuidado.
Me encantaba ese envoltorio y más, su sonrisa, que logró conectarme al universo.


Me mostró años en unas horas, jirones de sus vidas en sus ojos.
Unos ventanales en los que pude ver las vidas que no tuve la valentía de vivir,
el amor, el dolor y el desgarro; pero sobre todo, la luz y el aire que sacude,
que te hace despertar y llena el alma.

Él es de los que no se van y te mantienen respirando.
Esa botella de oxígeno que, con un soplo, te impulsa a la superficie.