domingo, 2 de mayo de 2010

PÁJARO EN LIBERTAD


Muchas veces he pensado en tu modo de vida y lo he tomado a la ligera. Ahora pienso y sostengo que es difícil ser como tú y en otras tantas ocasiones he dicho aquello de... “yo quiero ser como él”.

Pero sé que tu camino no ha sido fácil, que para ser como eres previamente se han dado una serie de circunstancias que han hecho que cayeras hasta tocar fondo arrastrando a los tuyos y haciéndolos sufrir, creando en ellos ese dolor incurable de la madre que ve cómo su hijo se le escapa entre los brazos.

Siempre has sido el ojito derecho de tu mamá, puede que el de papá también, eso yo no alcancé a percibirlo. Él se fue demasiado pronto. Y tú casi lo haces con él.

Hasta donde yo alcanzo a saber, antes de aquello ya tenias algunos coqueteos peligrosos que les hicieron pasar noches en vela. Yo era una niña y poco a poco he ido encajando las piezas de un puzzle que temo destapar del todo, por lo que, prefiero forjar conjeturas sin verlo con mis propios ojos. Creo que tu perdición definitiva llegó con su marcha, que paradoja... Desapareciste. El exilio vino a por ti.

Multitud de ciudades fueron las que visitaste, las que te vieron evolucionar y dejar huella, metrópolis que se convirtieron en tu hogar. Cada vez que las abandonabas para cambiar radicalmente de aires se sentían traicionadas y comprendieron que nunca fueron casa para ti, que tú no tienes casa. Ellas guardan tu recuerdo en sus calles mientras tú las llevas en el corazón. En el fondo, eres una rica mezcla de costumbres andaluzas, de acentos canarios y de vientos de levante.

Nos hemos acostumbrado a ello, porque pienso que en esa etapa de la vida, (cuando somos chiquititos, pero no tanto como para no darnos cuenta de nada) es el instante en el que absorbemos las impresiones que saturan nuestro entorno. Las hacemos parte del momento, y no nos extrañarán en el futuro que las volvamos a revivir.

Cuando el velo negro tras el que todos nos escondíamos fue cambiando a color grisáceo, poco a poco las cosas volverían a la normalidad, a la ficticia normalidad póstuma. Te veríamos en verano y navidades. Cada vez con un color de pelo distinto o con un corte nuevo al decidir que ya no querías llevar más turbantes ni rizos ni rastas.

Recuerdos recientes, ¿verdad? La cosa no ha cambiado mucho. Vuelves a ser pájaro libre, ya no vas acompañado. Necesitas el espacio que llevas tiempo compartiendo con tu comadre de viaje. Como me has dicho hace apenas unos minutos necesitas estar solo para pensar, para que las cosas se tranquilicen.

He intentado ser dura en estas líneas. Parece que no me sale. Porque me he acostumbrado a que seas así, porque esa época de aprendizaje se me queda grabada y cada uno es como es. Nadie tiene derecho a juzgarte por vivir tu vida. ¡Qué egoístas podemos llegar a ser! Pero, ¿de qué extrañarnos a estas alturas?

En el fondo, te admiro. Quiero poder ser como tú algún día. Irme lejos. Tener valentía y fuerza de voluntad. Sola y ya se verá. Volver y que nada haya cambiado. A pesar de tus ausencias, cuando vienes es como si el tiempo no pasara.

Estoy haciendo un gran esfuerzo por definirte. Pienso... cavilo en momentos pasados, en conversaciones mantenidas, en hechos significativos... entre ellos se traspapela algún recuerdo amargo. Si. De vez en cuando tienes feos arrebatos, no obstante, ¿quién no? No hay motivo para tenértelos a ti más en cuenta que a los demás. ¿Sabes por que? Porque tú eres distinto. Eres especial. Tú estás vivo.

1 comentario:

  1. deja una sensación extraña pero agradable. es como si encontraras el diario de una niña en el que le ha dedicado unas páginas a su padre perdonándole por dejar a un lado sus cuidados por dedicarse a vivir su vida.
    fuera de lo común y aburrido. me gusta.

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