martes, 25 de mayo de 2010

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El trayecto de un viaje da para conocer tantas cosas...
Mientras el paisaje tímidamente se vestía
con la indumentaria típica de un mes casi veraniego,
el viento ya no cumplía la función de hacer girar
esas aspas blanquecinas de molinos metálicos.
Ahora el viento se dedica a zarandear suavemente
las ramas de miles de verdosas palmeras
que se contonean desafiantes ante mí.
La aridez de mi tierra da paso a
vuestra humedad costera.

Eres la viajante de la plaza nueve,
hoy te ha tocado esa,
el próximo Domingo será otro asiento
en el que esperarás llegar a tu destino
con multitud de pensamientos en tu cabeza,
con otras tantas emociones en tu corazón
y esbozando una leve sonrisa
cuando suena una canción... es Alejandro...
dejas hasta de escribir para escucharle.
Acaba.
Sigues escribiendo estas líneas en el móvil
porque claro, como nunca vas bien preparada
no tienes a mano papel y boli para burrapatear.
Vosotros diréis, y ésta ¿para qué quiere escribir ahora?

miércoles, 19 de mayo de 2010

Memorias de mis putas tristes



"Aquella noche, descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los estorbos del pudor"
Gabriel García Márquez

martes, 11 de mayo de 2010




Una vez alguien escribió sobre mí.
Quizá se equivocaba, pero me gustó.

domingo, 2 de mayo de 2010

PÁJARO EN LIBERTAD


Muchas veces he pensado en tu modo de vida y lo he tomado a la ligera. Ahora pienso y sostengo que es difícil ser como tú y en otras tantas ocasiones he dicho aquello de... “yo quiero ser como él”.

Pero sé que tu camino no ha sido fácil, que para ser como eres previamente se han dado una serie de circunstancias que han hecho que cayeras hasta tocar fondo arrastrando a los tuyos y haciéndolos sufrir, creando en ellos ese dolor incurable de la madre que ve cómo su hijo se le escapa entre los brazos.

Siempre has sido el ojito derecho de tu mamá, puede que el de papá también, eso yo no alcancé a percibirlo. Él se fue demasiado pronto. Y tú casi lo haces con él.

Hasta donde yo alcanzo a saber, antes de aquello ya tenias algunos coqueteos peligrosos que les hicieron pasar noches en vela. Yo era una niña y poco a poco he ido encajando las piezas de un puzzle que temo destapar del todo, por lo que, prefiero forjar conjeturas sin verlo con mis propios ojos. Creo que tu perdición definitiva llegó con su marcha, que paradoja... Desapareciste. El exilio vino a por ti.

Multitud de ciudades fueron las que visitaste, las que te vieron evolucionar y dejar huella, metrópolis que se convirtieron en tu hogar. Cada vez que las abandonabas para cambiar radicalmente de aires se sentían traicionadas y comprendieron que nunca fueron casa para ti, que tú no tienes casa. Ellas guardan tu recuerdo en sus calles mientras tú las llevas en el corazón. En el fondo, eres una rica mezcla de costumbres andaluzas, de acentos canarios y de vientos de levante.

Nos hemos acostumbrado a ello, porque pienso que en esa etapa de la vida, (cuando somos chiquititos, pero no tanto como para no darnos cuenta de nada) es el instante en el que absorbemos las impresiones que saturan nuestro entorno. Las hacemos parte del momento, y no nos extrañarán en el futuro que las volvamos a revivir.

Cuando el velo negro tras el que todos nos escondíamos fue cambiando a color grisáceo, poco a poco las cosas volverían a la normalidad, a la ficticia normalidad póstuma. Te veríamos en verano y navidades. Cada vez con un color de pelo distinto o con un corte nuevo al decidir que ya no querías llevar más turbantes ni rizos ni rastas.

Recuerdos recientes, ¿verdad? La cosa no ha cambiado mucho. Vuelves a ser pájaro libre, ya no vas acompañado. Necesitas el espacio que llevas tiempo compartiendo con tu comadre de viaje. Como me has dicho hace apenas unos minutos necesitas estar solo para pensar, para que las cosas se tranquilicen.

He intentado ser dura en estas líneas. Parece que no me sale. Porque me he acostumbrado a que seas así, porque esa época de aprendizaje se me queda grabada y cada uno es como es. Nadie tiene derecho a juzgarte por vivir tu vida. ¡Qué egoístas podemos llegar a ser! Pero, ¿de qué extrañarnos a estas alturas?

En el fondo, te admiro. Quiero poder ser como tú algún día. Irme lejos. Tener valentía y fuerza de voluntad. Sola y ya se verá. Volver y que nada haya cambiado. A pesar de tus ausencias, cuando vienes es como si el tiempo no pasara.

Estoy haciendo un gran esfuerzo por definirte. Pienso... cavilo en momentos pasados, en conversaciones mantenidas, en hechos significativos... entre ellos se traspapela algún recuerdo amargo. Si. De vez en cuando tienes feos arrebatos, no obstante, ¿quién no? No hay motivo para tenértelos a ti más en cuenta que a los demás. ¿Sabes por que? Porque tú eres distinto. Eres especial. Tú estás vivo.